El territorio como noción desde la raíz, de sentimiento, de pertenencia que se plasma en una obra y exprese lo profundo y personal.

Josep Guinovart Nando aprendió de Agramunt y de su tierra árida, llena de amapolas rojas en primavera, durante la Guerra Civil; Agramunt como pueblo que lo acoge, el resguarda y la alimenta en los años bélicos. El contacto con la naturaleza y las primeras vivencias el marcaron para siempre, y crearon el imaginario de Guinovart: símbolos agrarios, colores amarillentos y elementos orgánicos que lo devuelven a los orígenes.

En Agramunt acudirá de vez en cuando, en busca de tranquilidad, entorno rural y autenticidad. Fue en 1994 cuando se abrió este centro, el Espacio Guinovart, para acoger este artista barcelonés, pero que estaba marcado por el territorio árido de Ponent, que nunca dejó de recrear. Se trata de un espacio donde tres grandes obras permanentes explican su arraigo en el pueblo y en el que hoy mostramos más motivos de esta conexión que existe entre el arte y el territorio.

El territorio es lo que te acoge como hogar, pero también es lo extranjero que te sorprende y te abre horizontes, que te hace salir de la zona conocida y reflejarse en todo lo nuevo, diferente, exótico y atractivo.

Josep Guinovart empezó a descubrir el territorio más cercano: Castilla y Madrid, Menorca y Formentera. Una oportunidad, una beca, lo condujo en Francia, donde el territorio le brindó conocimiento y amistades. Su obra se fue esparciendo y fue siendo reconocida por todo el mundo. Viajó presentando exposiciones en México, Cuba y el norte de África. La política, el paisaje y los colores son impresiones que quedarán plasmadas en la obra, nuevos estímulos para mezclar el paisaje cercano con nuevas imágenes lejanas.

Territorio que se transforma en arte y arte que muestra el territorio. El territorio cercano de rastrojo y amapolas. El territorio más lejano de colores y culturas diferentes.

Lara Vidal Santorum
Historiadora del arte