Un jardín sin manantial es un casi estéril, del mismo modo que un surtidor de agua seco, es mudo. Impetuosa y serena el agua sube y baja y como el eco, las ondas se irradian por todo el estanque. El rumor del agua, es como una música dulce que se extiende como una sinfonía en medio la mata y la sombra de los árboles. En verano y en particular en agosto, es buen momento para apreciar una pintura refrescante.

 

Domingo Corbella (1946), originario de la Segarra, forma parte de las tierras de poniente, no sólo por razones territoriales sino también culturales, aunque sólo haya tenido ocasión de mostrar su pintura muy de vez en cuando, en concreto en 1971 en el Instituto de Estudios llerdencs presentado por Josep Vallverdú; en 1986 en el Museo Morera, con un prólogo de José Iglesias del Marquet y finalmente en 1996 en la galería leridana Indecor

Desde 1975 es profesor de pintura de la Universidad de Barcelona. Su trayectoria pictórica es extensa, más de una treintena de exposiciones y numerosas colectivas la avalan como profesional de la pintura, así como la presencia de obra suya en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, la Ilustre colección Testimonio de la Caja o el Fondo de Arte del Hoy, entre otros.

La pintura de Domingo Corbella, actual, se enmarca dentro de la línea sintética y austera de la figuración y se caracteriza por el acusado carácter intimista, proponiendo un arte sereno, placentera, cadencioso y armónico, donde la línea y el color afloran imágenes extraordinariamente evocadoras. El resultado es intencionadamente una pintura refinada y cariñosa que se propone comunicar una apreciación pacífica, pero a la vez vital de la condición humana y de la naturaleza en especial.

 

Corbella conoce muy bien lo que es la tierra seca, probablemente por eso busca el agua y la vegetación, La serie de pinturas que presenta en el Espacio Guinovart, es una selección de cuadros que nos muestra la fuente, como denominador común.