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Manuel Morales

Acci贸 a Agramunt

A principios de diciembre de 1998 viajé con mi compañera hasta el bosque del Ciscar, situado a dos o tres kilómetros de Agramunt en Lleida. Sabía que por estos parajes, muchas familias se habían refugiado durante los bombardeos sufridos en la guerra civil.
La niebla, muy espesa, nos impidió orientarnos por el laberinto de caminos. El horizonte era como un telón de teatro de un gris azulado.
Caminé por debajo de un árbol. El viento hacía desprender las gotas de las hojas. "Llueve bajo el árbol". Ese día sólo llovía debajo de los árboles. Vimos varios halcones, o quizás era lo mismo. Nos cruzamos con unas perdices a las que fotografiamos. Encontré un ventilador, un cubo de latón, una cafetera, un termo, una plancha, el cráneo de una cabra... y los amontoné sobre una mesa redonda que, cuando la rescaté del suelo, tuve la necesidad de colocarme sobre la cabeza como protección.

En dirección a Capella Canosa, descubrimos una enorme roca sedimentaria bordeando el camino. Con el piolet, dibujé sobre ella una cicatriz.
Una vez en Capella Canosa, descubrí un pino muerto al que arropé con una bufanda roja y morada.
También estuvimos a las puertas del bosque del Ciscar, muy marcadas por dos monolitos con una inscripción en cada uno: "BOSCH DEL"  "CISCAR". Tracé una línea con el piolet y uní los dos monolitos.

Hacia casa, en el coche, pensaba en la experiencia vivida. La intimidad que nos dio la niebla, la sensación de un total aislamiento. Pisábamos historia y veíamos un horizonte que podíamos tocar, un telón gaseoso en el teatro de la naturaleza.

Marchamos del sitio sin una visión panorámica. Sólo lluvia bajo los árboles, tierras ocres debajo de los pies, pájaros fugaces, plásticos y latones.

(Pensando en el pueblo de Agramunt y Guinovart, 1998)

Manuel Morales Espinosa / Obras Manuel Morales