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Jordi Fornas

Martínez

Jordi Fornas Martínez
Barcelona, ​​1927

Cursa sus estudios en la Escuela de Bellas Artes Sant Jordi de Barcelona, ​​donde obtiene el título de profesor licenciado a finales de los años 40. En el año 1949 obtiene la Beca de Estudios para España de la Fundación Amigó Cuyàs y se desplaza a Granada. Durante el período de 1949 a 1954 viaja a Ibiza, donde se desintoxica de muchos de los conceptos dictados en la Escuela de Bellas Artes de la época franquista. Es durante este mismo periodo que expone, junto con el escultor Isern y el pintor Aleu, en la Nasjonalgalleriet de Oslo, bajo la organización del Ministerio de Asuntos Exteriores de Oslo. En 1955 recibe la Beca del Instituto Francés de Barcelona y se desplaza a París. Una vez instalado nuevamente en Barcelona, ​​decora con pinturas murales del ábside de la iglesia de Montroig (Teruel). Durante estos años, su actividad expositiva se centra en la participación en diversas exposiciones de ámbito municipal, en la I Bienal Hispanoamericana de Arte y los Salones de Mayo y de Octubre de Barcelona, ​​en varias ediciones.
A partir de 1960, se dedica plenamente al diseño gráfico y, desde de su colaboración con editoriales del país, se convierte en uno de los principales responsables de la renovación estética en las publicaciones catalanas. Fruto de esta intensa labor, es galardonado con los Premios Delta FAD por el diseño de cubiertas de libros y portadas de discos.
En 1975 vuelve completamente renovado a la pintura y comienza a trabajar en el campo de la escultura, actividad que continúa desarrollando en la actualidad. De este último periodo destacamos su participación en la exposición de los antiguos becarios del Gobierno francés en el Salón del Tinell, organizada por el Instituto Francés de Barcelona, ​​y, últimamente, la exposición Taller abierto, que tuvo lugar en su estudio, donde presentó más de 300 obras: un amplio recorrido por su trayectoria como pintor y escultor.

Jordi Fornas, pintor

Parafraseando lo que me parece que dijo Espriu hace muchos años hablando de Vinyoli, creo que también ahora podemos decir que estamos a tiempo para que todo el mundo sepa que Jordi Fornas es uno de los nombres importantes de nuestra pintura.
Desde los años 60, con la dedicación al diseño gráfico, su renovadora obra profesional ha sido la puerta por la que todo un mundo cultural (cubiertas de libros, carátulas de discos, diseño de programas, imagen de la Enciclopedia, maquetación de Serra de Oro, etc.) ha tenido acceso a los destinatarios.
Pero durante esta dedicación profesional, y antes y después, había y hay Jordi Fornas pintor. Jordi Fornas es pintor, autor de una obra abundantísima, personal y sorprendente. Quizás más sorprendente porque no es, como alguien podía esperar, la obra del grafista que pinta, sino la del pintor que se expresa. Y eso quiere decir que no adopta, como habría podido hacer, los recursos de probada eficacia en su tarea profesional de diseñador, sino que asume el riesgo del lenguaje siempre nuevo de la pintura.
La pintura de Jordi Fornas también sorprende por otra oposición al oficio que ha practicado: si, como diseñador gráfico, su labor ha estado al servicio de explicar el contenido que presentaba, su pintura "es" una realidad para sí misma. Sus obras pictóricas son objetos materiales por sí mismos que, salidos de la realidad física (además del apoyo y la pintura, incorpora materiales y objetos rescatados de un uso anterior), nos interpelan con su existencia.
Quizá, pues, más que de pintura, convendría hablar de objetos pictóricos, de piezas volumétricas, hasta verdaderas esculturas. Y es que la obra creativa de Jordi Fornas, en otra oposición a la práctica del oficio gráfico, no le basta con la superficie bidimensional y, del mismo modo que revienta los límites del soporte o del marco, también se expande volumétricamente.
Y, tanto como sorprendente ya menudo inquietante, personal y original, también su obra nos resulta en muchos momentos familiar y acogedora. Esto es porque Jordi Fornas, del mismo modo que subvierte y cuestiona la práctica pictórica, no parte de la nada, sino que se inscribe dentro de la tradición de la evolución de su arte: la descomposición de los cubistas, el constructivismo de los rusos , el objeto encontrado los dadaístas, las formas orgánicas de Moore, etc. Toda la lección de los maestros es asumida y prolongada por la práctica pictórica de Jordi Fornas desde una actitud artística ambiciosa y perseverante y una actitud personal humilde y de servicio. Leopardi escribió que no trabajaba para su siglo, sino para dialogar con la tradición de los más grandes.
Parece que esta es también una de las vocaciones de la obra de Jordi Fornas.

Antoni Munné-Jordà
Escritor