Juego y enigma en Robert Llimós

De entre los artistas de su generación, la que ha seguido a la de los maestros de la segunda vanguardia encabezados por Tàpies y Guinovart, Llimós destaca por un sentido de la exigencia y de la curiosidad, que la ha llevado a explorar opciones tan diversas como el conceptual y la pintura-pintura o los nuevos expresionismos, con rigor y coherencia. Aunque se le puede considerar como uno de los mejores representantes de la pintura postmoderna en su dimensión más rica, que hizo del ludismo y la sensualidad una herramienta de liberación y de reflexión plástica, Llimós ha demostrado también un alto sentido de las potencialidades formales y significativas del arte.
Quizás su magnífico mural Metamorfosis (2003-2006), indica la verdadera ambición humanista y crítica latente en su obra que, en ocasiones, ha podido quedar escondida tras el virtuosismo plástico y el sentido festivo que también es parte de su estética . De esta obra salía su interés por la germinación, de donde podría derivar la afortunada serie que Llimós ha constituido a partir del tema del huevo como elemento metafórico que remite al nacimiento y como unidad plástica de un lenguaje estrictamente personal.
El huevo funciona como un cuerpo nuclear que ordena a sí mismo y evoca un mundo en formación, que es cósmico y pictórico vez. Podríamos apreciar también un aspecto paródico en sus esculturas blancas y pulidas, que podrían recuerdan la abstracción purista de las primeras vanguardias pero, en un mismo momento, incitan a establecer fantasiosas asociaciones figurativas. Evidentemente, queda aquí un margen para la incógnita fundamental pero, como decía Paul Éluard: "lo que ha sido entendido, ya no existe".

Àlex Mitrani