En su taller de grabado y de serigrafía, desde los inicios de su práctica artística, Olga Cortadelles (Agramunt, 1974) ha experimentado con la estampación sobre tejidos naturales y sobre todo tipo de materiales. Para el artista grabador, el tejido, como el papel, se convierte en una segunda piel del cuerpo. Formas y líneas como escrituras y heridas que se inscriben en el cuerpo. Símbolos y formas habituales en el imaginario colectivo adquieren, a manos de Olga Cortadelles, una sutil y lírica transformación fruto de su propia memoria personal. Así, de las figuras de un recortable emerge el corazón como síntesis múltiple de la vida, de la tragedia y de la comedia humana.
Como afirma en un texto sobre este trabajo la propia Olga Cortadelles:

«El CORAZÓN como una determinada actitud-sentimiento o disposición a encarar las decisiones que adoptamos. La fragilidad de los seres humanos, la ductilidad y la volatilidad de nuestros sentimientos e ideas, pero también el empoderamiento o la capacidad de controlar la propia vida del individuo que toma decisiones, se expresa a través del CORAZÓN y de los cuatro motivos personales:
Plumas, para volar y liberarse de las angustias.
Espinas de rosal, como una coraza protectora que delimita la frontera del acceso interpersonal.
Osos-golosinas, dulces al paladar y agradables al tacto.
Clavos herrumbrosos, que hacen daño y producen una herida duradera.
Es a partir de estas actitudes-sentimientos-sensaciones que construyo diferentes corazones y sus correspondientes estampados e imágenes que forman mi obra.»

¿Qué hay en el corazón de las cosas? ¿Qué tenemos grabado en el corazón? Materia y memoria, sangre y olvido. Quizá también plumas, espinas de rosal, osos-golosinas y clavos herrumbrosos, como dice Olga Cortadelles.

Manuel Guerrero