Josep Maria Subirachs, nacido en Barcelona en marzo de 1927, es considerado uno de los mejores escultores de la segunda mitad del siglo XX. Uno de sus anhelos profesionales era dedicarse a la arquitectura. Las condiciones humildes de su familia dificultaron este sueño, y la escultura fue el camino más factible para conectar con el mundo del volumen, el espacio, la estructura y la construcción. Pero no sólo nos obsequió con esculturas; el universo artístico de Subirachs es mucho más extenso.

Subirachs era un gran trabajador. Su producción es enorme gracias a su constancia y su rigor. Su estilo evolucionó a lo largo de su trayectoria, según el contexto, según el público, según las necesidades. Influido por los talleres donde fue aprendiendo, se inició con un estilo noucentista que rápidamente abandonó por el expresionismo, del que derivó hacia la abstracción. Uno de sus biógrafos, José Corredor-Matheos, define esta etapa como la de las «penetraciones y tensiones». Son piezas de esta década, los sesenta, las que son mayoría en la muestra, en las que podemos observar estas penetraciones de las formas y cuerdas que se tensan para crear dualidades contrapuestas, que expresan, de manera consciente o inconsciente, equilibrios, estabilidades , gravitaciones, contrapesos, proporciones y armonías. El artista aún evolucionó más, buscando en la nueva figuración lo que no podía transmitir con la abstracción.

Los elementos simbólicos también acompañan toda la obra de Subirachs. Una esbelta torre de Babel se impone en la sala, junto a laberintos y construcciones imaginarias que añoran aquella arquitectura que no pudo construir a lo largo de su vida. Sobre todo es en la obra pictórica donde vemos estas construcciones imaginarias que se apoderan del espacio y hacen diálogos mudos con esculturas que muestran formas similares.

La muestra enseña una de las facetas más destacadas del artista: la escultura. De todos modos, no debemos olvidar que Subirachs cultivó también el dibujo, la litografía, el grabado, la ilustración, la medalla, el tapiz, el cartel y la escenografía. Las pinturas que se exponen son de los últimos años del artista, sin embargo su temática aún trenza nexos con su trabajo de siempre.

Con esta exposición mostramos el Subirachs escultor a partir de su obra abstracta de las décadas de los sesenta y noventa del siglo XX y de la primera década del siglo XXI. La torre de Babel, expresionista, se aferra a los símbolos perennes de su producción. Los acrílicos que cuelgan en las paredes descubren el último Subirachs, que, en la última etapa de su trayectoria, aunque nos mostraba sus anhelos arquitectónicos buscando el equilibrio de las formas y de los símbolos.

Lara Vidal Santorum
Historiadora del arte