"El paisaje intervenido" pretende reflejar la relación de Guinovart con la naturaleza. El artista catalán refleja en sus obras esa naturaleza que el ser humano ha transformado para vivir y encontrar su sostenimiento. No es aquel paisaje de altas montañas, misterioso e inaccesible que interesaba a partir del siglo XVIII, especialmente los románticos. Guinovart tiene una preocupación más social. Así aparece el amanecer, la fertilidad, la primavera, el trigo y las amapolas, con símbolos como las cáscaras de huevo, el huevo de donde sale la vida; ejemplo de lo dicho se puede apreciar en Retablo del blanco naciente, donde el blanco y las cáscaras pueden aludir al nacimiento del día, de la primavera y de la vida.

En diversos espacios del laberinto expositivo podemos ver la tierra, el rastrillo que la trabaja, las piedras, el barro mojado con simbologías sugerentes. También podemos ver la recolección del trigo y la cebada, la era de la batida, la paja y los granos de cereal, los rastrojos quemados, las abejas, la cerámica, todo un mundo que Guinovart vivió de niño en estar en tiempos de la guerra civil en la localidad leridana de Agramunt.

Si nos fijamos, hay una obra, Sin título IX, resuelta a modo de una hornacina, semicircular en la parte alta, en la que vemos en el centro un grano de trigo grande de donde salen, a modo de rayos de luz , líneas de grandes reales. Quizás Guinovart ha querido transmitir un significado simbólico de sacralidad al trigo, al alimento tan duramente trabajado. El pan nuestro de cada día. Pero son también preocupaciones plásticas del artista, la sequía, La balsa seca, el desierto, Árido partido, La rosa del desierto. En el mismo sentido podemos ver su preocupación por el mar, con sus azules conseguidos como nadie. La luna pescadora, Plato y se Pescado, donde la pesca es vista también como alimento.

La exposición tuvo mucho éxito y se complementó con talleres para los más pequeños sobre la obra de Josep Guinovart.