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A Guinovart

Exposici贸n colectiva

Siendo Josep Guinovart un hombre que huye visceralmente cualquier forma, por mínima que sea, de culto a la personalidad, y menos si esta es la suya, pueden parecer paradójicos la celebración del Año Guinovart y el hecho de hacer una muestra titulada precisamente "A Guinovart".

La iniciativa de la exposición "A Guinovart", la ha tenido la Fundación Espai Guinovart de Agramunt, con el objetivo de subrayar y afianzar la tarea de acercar el arte contemporáneo en las comarcas de Ponent que este Espacio ha iniciado de 1994 desde con la organización regular de exposiciones de artistas reconocidos y otros que aportan inquietudes renovadoras.

La exposición "A Guinovart" tiene lugar en dos ámbitos, en la Biblioteca Pública de Lleida y en el Espai Guinovart de Agramunt; y consta de una cincuentena de obras, una de cada uno de los cincuenta de artistas que participan, los que de hecho conforman una amplia selección de quienes han expuesto en el Espacio Guinovart desde su inauguración.

El catálogo de la muestra va más orientado a complementarla literariamente que no a catalogar y comentar las obras, aunque esto también se hace). De este modo, en "A Guinovart", en la dimensión de los artistas se añade otra, la de unos poetas y otros escritores.

Ya en el texto del catálogo inaugural del Espacio Guinovart era citado un poema, "El vendaval", de Pere Gimferrer:

"(...) la desafección de la palabra y el mundo visible:
decimos palabras, pero no decimos el mundo. (...)
Y ni siquiera de signos vivimos: del sonido de los signos,
no la vida de la palabra, sino la piel del sonido.
El empañamiento del mundo en la sombra de las palabras. "

Y es que sí, en la umbría de las palabras y con la piel del sonido de los signos, el
mundo se empaña, se hace poético. Es la grandeza de la escritura, e igualmente
es la virtud del art. Así, el artista hace signos, no hace 'el mundo',
años sí hace 'su mundo', que tiene, sin embargo, como referente un mundo ', que
por Guinovart es el mundo rural de Ponent, de Agramunt, la furia de
el inconsciente que le sube desde su infancia y que provoca un
vendaval de sensaciones vividas, de recuerdos de vivencias, lo que
remite a las raíces de una cultura, las cuales podemos captar al Espacio
Guinovart.

En efecto, en arte y en poesía, están superadas las contradicciones; todos
los enigmas son resueltos. Futuro, presente y pasado, así como el
sueño y la vigilia, se unifican en la gran ventarrón ascendente,
preconsciente, y los tiempos y los lugares se unen y se confunden. Y ideas
abstractos representadas metafóricamente o contrametafòricament, y
emblemas de símbolos de otros símbolos, se amalgaman para dibujar
alegorías nuevas o antial·legories.

Por consiguiente, el conjunto de las cincuenta obras expuestas "irrepresenta" (porque la representación es esventada por el golpe de viento que viene de la Panadella, la puerta de Ponent), es decir, presenta una gran batalla entre muchas de las fuerzas de el arte: el choque de cincuenta visiones contradictorias e incluso antagónicas.

En esta presentación colectiva y "irrepresentada" (la suma y resta del arte entendido por cada uno de la manera -aun representativa- que más le place), la llamada anárquica a hacer la exposición, la ausencia de criterio estético unívoco, la falta de comisarías dirigistas, la negación del miedo de caer en el barrejum indiscriminado (el cual es inseparable de la creación colectivizada), la afirmación de la libertad individual y radical, y la bandera libertaria que reclama cincuenta artistas (no necesariamente ácratas) ondean, por rebufada de la Historia, sobre Guinovart niño y sus dos hermanos y su madre, que huyen del frente de guerra caminando desde Agramunt hasta Cervera para coger el último tren republicano que saldrá de Ponent hacia Barcelona.

La confrontación estética -y no competición, en absoluto! - que supone "A Guinovart" es un reflejo asambleario -y sesgado por el fresco de la marinada- del col·lotge artístico que es desarrollado permanentemente al Espacio Guinovart. Y de todo ello, por suerte, no salen conclusiones. Que cada uno de los espectadores deje atrás la pasividad y actúe, que quiere decir que mire, que cree su mundo en la umbría de cincuenta ojos (si no la deslumbran y el confunden), que suspenda el juicio a fin de que este se le pueda transformar.