Recoger imágenes e historias familiares propias, linajes y placas tectónicas de ADN que, por choque o sedimentación, forman cadenas de montañas y, a fuerza de retroceder, hacia finales del siglo XIX, nos sitúan ante las estrategias de posibilidad que rompen normativas i códigos. Las estructuras elementales... es un proyecto en el que la imagen se convierte en suma de tiempo compartido en la unidad más básica de existencia: los genes, las bacterias y los relatos que, con todas las modificaciones, se añaden en tránsito. Historia tras historia, todo se convierte en ficción que configura la imagen viva y en constante evolución de una familia, un proceso abierto -traicionado por la memoria y los recuerdos- con hechos y rasgos que se repiten a lo largo de los años. Destinos que son iguales, cargas que uno no sabe de dónde vienen y tan solo puede atribuirlas a un pasado que, a pesar de no ser el suyo de forma directa, está escrito en todo el cuerpo, como si todo fuera una existencia infinita. Este órgano vivo y en constante expansión es la vida, hecha de distancias y proximidades, de bifurcaciones hiladas para transformar el tejido de cada propuesta en otras historias para investigar. 

La acumulación de información genética y relato tiene que ver con la memoria y la fragilidad, pero también con las conexiones que hallaríamos en las cajas de un archivo, en el aire que no tienen, en los goteos de palabras que no aguantan la estrechez de tanta mirada cerrada, pues nada puede guardarse mucho tiempo sin huir hacia otros lugares. El archivo es tan frágil como el desgaste de cualquier tejido y emoción que se quiere conservar o extinguir sin comprender sus auténticas condiciones de posibilidad, pero siempre hay que hilar de nuevo el entretejido para conseguir una expansión infinita. 

Texto y curadoría: 
Glòria Bosch Mir 
Mercis Rossetti